miércoles, 8 de marzo de 2017

Jennifer Lawrence, Lady Gaga, Demi Lovato... Famosas con ansiedad


Los trastornos de ansiedad son un mal generalizado de nuestro tiempo. Tan generalizado que no escapan a él las celebrities, tal vez por esa presión a la que se ven sometidas al estar siempre en el punto de mira de la prensa y de los fans. El caso es que la ansiedad no la sufrimos solo los simples mortales, sino que estrellas del cine y de la canción también pierden el control. Y es que las celebrities también tienen ansiedad.

Celebrities con ansiedad

Estamos tan acostumbrados a las excentricidades de los famosos que a veces no nos sorprende su comportamiento extraño ni esas pérdidas de control de la que en algunos momentos hacen gala. Sin embargo, muchos de esos comportamientos pueden responder a un trastorno de ansiedad, a los que las celebrities no son ajenos.

Una de las actrices de moda, la protagonista de "Los Juegos del Hambre", Jennifer Lawrence reconoció haber sufrido en algún momento de su vida ansiedad, una especie de fobia social que la hacía sentirse excluida. Parece que fue gracias a la interpretación que su problema de ansiedad encontró solución.

La reina de la excentricidad, Lady Gaga, confirmaba hace poco tiempo que había recurrido a la marihuana como un personalísimo tratamiento para la ansiedad. La cantante se sentía superada por su éxito internacional que implicaba un exceso de trabajo, más responsabilidad y estar siempre en el objetivo de las cámaras y de los fans.

Por su parte, la actriz y cantante Demi Lovato afirma que sufre frecuentes ataques de pánico, a veces relacionados con un miedo escénico, que le ha hecho cancelar algunas de sus actuaciones. Y la también actriz Drew Barrymore es de las pocas que ha confesado haberse visto superada por la maternidad y así tuvo que hacer frente a un trastorno de ansiedad al poco de nacer su bebé por la responsabilidad que supone ser madre.

Causas de la ansiedad en las celebrities

Si buscamos entre las causas de la ansiedad en famosos, nos encontramos con los mismos motivos que en las personas anónimas, aunque en este caso se suma la presión mediática a la que están sometidos y que puede provocar no solo ansiedad generalizada, sino que también puede dar lugar a fobias, a trastornos alimentarios e incluso puede llegar a generar pensamientos suicidas, como parece el caso de la actriz Halle Berry.

Otras celebrities que se han visto superadas por la fama y por la ansiedad son Scarlett Johansson, Nicole Kidman, Jessica Alba o Beyoncé. Y aunque la ansiedad parece un trastorno típicamente femenino, los hombres también sufren este tipo de trastorno emocional y entre los famosos que han confesado padecer ansiedad se encuentran el médico que cura a base de sarcasmo y mala leche, Hugh Laurie, el actor de comedia Jim Carrey y el que fuera tipo duro y rebelde del cine, Colin Farrell.

Resumen 

Las estrellas de la farandula no son una especie de ser de otro mundo, sino que simplemente son personas común y corriente. Creer que ellas no sufren de fobia social es mentira, pues es una problemática que puede afectar a cualquiera. Como lo ponen en el siguiente artículo personajes famosos como Demi lovato ha tenia que cancerlar algunas presentaciones por ataques de pánico relacionado con el miedo escénico.

Diario: diariofemenino
Fecha: 1 marzo del 2014
Autor: laura velez 




la realidad de la agorafobia


La Real Academia de la Lengua Española define la agorafobia como miedo a los espacios abiertos, lo que se aleja de la realidad cuando analizamos el trastorno desde la Psicología. Este tipo de definiciones han colaborado a crear un imaginario amplio sobre este trastorno.

La Agorafobia es una patología perteneciente a los trastornos de ansiedad. De hecho, no se diagnostica como tal. El diagnóstico que se da, en estos casos, es el de Trastorno de Ansiedad con Agorafobia.

Ello implica que el paciente tiene la sintomatología típica de la ansiedad patológica – porque hay que recordar que la ansiedad es una emoción normal en el ser humano y que nos ayuda a identificar las situaciones de peligro – y, por tanto, presenta elevación de la tasa cardiaca, respiración agitada o entrecortada, tensión alta, ahogos, mareo, temblores, sudoración… y, todos estos síntomas, se dan en “espacios abiertos”. Pero, en este punto, hay que tener en cuenta qué es lo que el paciente considera que es un espacio abierto; así, una persona puede considerar que el peligro existe al salir de su habitación y otra cuando sale de su barrio, estando en ambos casos ante ansiedad con agorafobia.

Como se ha comentado, no es real que las personas con agorafobia tengan miedo a los “espacios abiertos” o con aglomeraciones de gente (habría que hacer un diagnóstico diferencial con la Fobia Social).

NO ES REAL QUE LAS PERSONAS CON AGORAFOBIA TENGAN MIEDO A LOS “ESPACIOS ABIERTOS”

Para entender a qué tienen miedo tenemos que viajar al pasado de la persona y, normalmente, vamos a encontrar que han experimentado – ya sea en ellos mismos o viendo cómo le ocurre a otra persona (aprendizaje vicario) – una crisis de angustia o ataque de pánico.

Éste se presenta con los mismos síntomas que la ansiedad pero a niveles muy altos, generando en la persona un malestar muy grande y acompañándose de la idea de que es algo incontrolable y de que puede morir.

Una vez superado el ataque de pánico, la persona comienza a desarrollar una serie de pensamientos patológicos relacionados con el mismo. Piensan que van a volverse locos, que tendrán un ataque al corazón, que van a morir, que nadie podrá ayudarlos, que van a sufrir… Si esto ocurre en más de una ocasión, la gravedad aumenta. Tienen miedo al miedo.

Teniendo en cuenta esto, hay que decir que las personas con agorafobia, en realidad, tienen miedo a los ataques de pánico y que estos se produzcan en situaciones en las que no tienen el control. Para ellos, esta pérdida de control se da en espacios abiertos, donde no dominan lo que les rodea, donde podrían no encontrar la ayuda que necesitan.

TIENEN MIEDO AL MIEDO

Es decir, a un agorafóbico no le da miedo el centro comercial o el parque, le da miedo que pueda tener un ataque de pánico en dicho contexto, en el cual no tiene las herramientas necesarias para superarlo.

Esto les lleva a aislarse, en cierta manera, y quedarse en los sitios donde se sienten seguros, en los que sí disponen de los medios para controlar su ansiedad.

Con el tiempo, acaban apareciendo otras emociones tóxicas relacionadas con lo que les pasa. Sienten vergüenza por no ser capaces de hacer frente a lo que ocurre, por lo que puedan pensar los demás de su conducta; se sienten desprotegidos, sin control de lo que les rodea; aparecen sentimientos de culpa, se sienten inferiores; baja su autoestima, tienen problemas de concentración y atención,… Todo ello colabora en que el problema se mantenga, se agrave y se vaya generalizando a más situaciones.

En muchas ocasiones, vamos a encontrarnos con que sí son capaces de enfrentarse a esos espacios abiertos pero, para ello, tienen que llevar consigo un kit que les da seguridad y que, normalmente, está compuesto de ansiolíticos, inhaladores, medicamentos para el control de la tensión arterial o algún utensilio que les de seguridad. Son incapaces de salir de casa sin este kit y sólo con plantearles la idea de hacerlo comienzan a aparecer la sintomatología ansiosa.

Iniciar el tratamiento del Trastorno de Ansiedad con Agorafobia va a implicar, siempre, una doble aproximación. Por una parte, se debe llevar a cabo un tratamiento farmacológico que ayude a reducir los síntomas de ansiedad asociados a los pensamientos irracionales del paciente. Por otra parte,  con la psicoterapia, se irán dando estrategias para ir enfrentándose, de forma progresiva, a las situaciones que generan ansiedad y reestructurando los pensamientos que aparecen ante la situación ansiógena.

Conforme la sintomatología física vaya desapareciendo, se irá reduciendo la cantidad de medicación.

El imaginario popular ha restado importancia a este trastorno y le ha dado un toque cómico. Sin embargo, es una patología altamente incapacitante y, en muchas ocasiones, hay que comenzar los tratamientos en el propio domicilio del paciente. Por ello, es muy importante que estas personas cuenten con un entorno de apoyo y de comprensión, que pueda brindarle la seguridad que necesita para iniciar el tratamiento.

Y recordad, el diagnóstico lo tienen que hacer profesionales. No te auto-diagnostiques: la poquita agorafobia no existe.


Resumen 

La agorafobia es una fobia conocida por tener miedo a los espacios abiertos, aunque ponerla en este contexto es un poco equivocado ya que es conocida por miedo al miedo. Los agorafóbicos no le tienen miedo a los espacios abiertos como tal, sino, miedo a que le de un ataque de pánico en situaciones donde no puedan controlar, es indispensable para las personas que tienen esta fobia que tengan a la mano un kit de seguridad si estas llegan a salir a sitios abiertos.

Diario: diario16 
Fecha: 18/02/17- España 
Autor: Miguel Ángel Ignacio Cubero

Fobia: agorafobia 


46% de los adolescentes sufren de fobia social




El problema se caracteriza por tener mayor probabilidad de insatisfacción con las actividades principales, la vida familiar, el nivel de ingresos, las relaciones interpersonales y las actividades que se realizan en el tiempo libre. 
Detrás de una supuesta timidez puede esconderse la fobia social, un trastorno emocional que puede comprometer seriamente el bienestar de un adolescente.

“La depresión, muchas veces, socia de la fobia social, marca una etapa en los jóvenes que no encuentran momentáneamente el rumbo. Esto deja a un lado los conceptos de estabilidad emocional y reduce la calidad de vida, no solo del joven sino también de su entorno”, explicó la psicóloga Natalia Lavalle Figueroa. 

Debido a que diferentes estudios realizados en distintos países ubican a la fobia social como un trastorno de ansiedad de alta prevalencia (entre el 5% y el 7% anual); y dado que no solo se trataría del trastorno de ansiedad más común, sino que sería uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes, en este último tiempo ha habido un creciente interés en esta patología que muchas veces permanece sin diagnosticar. 

“Estudios realizados sobre el tema comprueban que existen dos tipo de consecuencias de la fobia social: el subtipo relacionado solo con temores para hablar frente a un grupo pequeño o grande de personas, y la forma compleja o generalizada en donde aparecen temores en otras áreas, por ejemplo: comer en público o escribir mientras otros están observando. Generalmente este tipo de trastorno se da en personas jóvenes y del sexo femenino. Y la prevalencia es del 7%, mientras que para la forma generalizada es del 5,9%, es decir, que aproximadamente un 54% de las personas con fobia social presentan el subtipo asociado con temores para hablar en público, y el 46% presenta la forma compleja o generalizada, que sería a su vez la más discapacitante”, aseguró Lavalle Figueroa. 

A su vez, la fobia social, y principalmente la forma generalizada, se relaciona con un gran deterioro en diferentes áreas (actividad escolar o laboral, actividades diarias, relaciones interpersonales). Además, en general en estas personas se observa una mayor dificultad, una reducción o la necesidad de realizar mayores esfuerzos para desempeñar las actividades diarias.

“Es importante que los padres de familia aprendan a identificar el problema desde sus inicios, debido que esto puede afectar la interacción en todos los campos de desarrollo de los jóvenes”, indicó la sicóloga. 

En cuanto al grado de satisfacción que experimentan estas personas, la fobia social se asocia con una mayor probabilidad de insatisfacción con las actividades principales, la vida familiar, el nivel de ingresos, las relaciones interpersonales y las actividades que se realizan en el tiempo libre. 

Un diagnóstico de fobia social se asocia con una mayor probabilidad de deterioro en la calidad de vida, principalmente en el caso de los niños, presentan mayores dificultades escolares, y una mayor probabilidad de repetir o de abandonar los estudios. 


Consecuencias

Las consecuencias en el proceso de adaptación del adolescente son graves, se puede destacar el bajo rendimiento académico y el abandono escolar, el desarrollo de otros trastornos de ansiedad y del estado de ánimo o el inicio en el consumo de alcohol u otras sustancias tóxicas. 

“Tampoco podemos olvidar que este tipo de problemas en la adolescencia puede afectar en la vida adulta y por consiguiente sufrimiento en todos los miembros de la familia, generando en él un estado de aislamiento del grupo al que pertenece afectando las relaciones sociales y laborales”, aseveró la especialista.

El niño o adolescente con el trastorno suele presentar miedo a hablar, a leer, a comer, a escribir en público, miedo a jugar, a usar servicios públicos, a hablar a figuras de autoridad y a relacionarse en situaciones formales. Las reacciones emocionales desadaptativas suelen ser severas que incluyen dolor de cabeza y de estómago, ataques de pánico ocasionales, llantos, respuestas de escape y evitación, etc. 

“Los casos más tempranos que cumplen los criterios para el diagnóstico del trastorno presentan una edad que se sitúa entre los 8 y los 12 años, encontrándose el mayor número de casos entre los 14 y los 16 años en los estudios epidemiológicos realizados”, concluyó Natalia Lavalle Figueroa. 

Los especialistas recomiendan a los maestros implementar programas escolares que permitan identificar y tratar la fobia social en la niñez y la adolescencia lo que ha su vez permitiría prevenir los problemas escolares y el suicidio.
Interpretación del artículo

Resumen

La adolescencia es conocida como la etapa donde más cambios ocurren, es muy frecuente que durante esta etapa el adolescente se sienta aislado por diferentes problemas, que pueden ir desde problemas familiar, académicos hasta económicos. Lo que mas destaca es que las fobias sociales es un hecho que lo padece el 46% aproximado de la población adolescente, muchas veces promovida por factores a nivel escolar pues es donde el adolescente se desenvuelve con la sociedad, creando así en el joven un comportamiento des adaptativo que le impide desarrollar sus destrezas sociales. Pues muchas veces los jóvenes que sufren de fobias sociales no logran expresar lo que sientes y lo que los hace más propensos a que sufran de depresión e incluso a que cometan suicido. Es fundamental que se les brinde la ayuda psicológica necesaria y se les oriente para que logren superar tales fobias.

Diario: crónicas del quindio
Fecha de publicación: 19 de enero del 2012
Enlace de la información: http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-46_de_los_adolescentes_padece_fobia_social-seccion-la_general-nota-41465


Miedo a la fealdad, a sentarse y otras 38 fobias que seguro que desconocías



Todos sabemos lo que es una fobia. Un miedo exagerado e injustificado ante cosas, situaciones, ideas o animales que pueden generarnos ansiedad. De hecho, no es difícil que padezcamos alguna, según la Sociedad española de Psiquiatría el 6% de la población sufrirá una a lo largo de su vida. Lo que sería raro es que suframos alguna de estas. ¿Miedo a la belleza? ¿A los colores? ¿A estar de pie? Te presentamos las 40 fobias más extrañas que seguro que no conoces (y que esperamos que no padezcas).

1. Allodoxafobia: Fobia social caracterizada por tener un miedo irracional a las opiniones de las demás personas.

2. Apeirofobia: Miedo al infinito, a la idea de la eternidad del universo.

3. Araquibutifobia: Fobia a los cacahuetes. Por ejemplo, miedo a sus cáscaras o a que la mantequilla de cacahuete se nos pegue en el paladar.

4. Autofobia: Miedo a la soledad, a sí mismo o sencillamente a estar solo.

5. Bogifobia: Miedo a lo sobrenatural, a las leyendas urbanas, lo monstruos para asustar a los niños, los fantasmas...

6. Cacofobia: Miedo a la fealdad, a las personas feas, incluso a ser feos nosotros mismos.

7. Caliginefobia: Fobia a la belleza femenina, a las mujeres guapas. También se llama Venustrofobia o Complejo de Licea.

8. Catisofobia: Miedo a sentarse o a permanecer sentado.

9. Chamainofobia: Fobia a la noche de Halloween y a las celebraciones o fiestas que se celebran en su honor. El miedo es sobre todo a la decoración y puede tener relación con la aracnofobia.

10. Cipridofobia: Fobia injustificada a la prostitución y a contraer enfermedades venéreas.

11. Colpofobia: Rechazo a los genitales humanos en general, aunque es más común entre los hombres hacia los de la mujer.

12. Cromatofobia o cromofobia: Miedo a los colores. A uno, a varios o a todos. Cada color, además, tiene su propia fobia. Por ejemplo, en Marnie, la ladrona, su protagonista tenía eritrofobia, fobia al color rojo.

13. Consecotaleofobia: Pavor a los palillos chinos. Dependiendo del grado, tanto a usarlos como a tocarlos o verlos. Está relacionado con la fobia a la comida oriental.

14. Crometofobia: Suena extraño pero es la fobia al dinero. Suele darse cuando hemos tenido experiencias negativas con nuestro dinero o nuestra economía durante tiempo y asociamos el dinero o sencillamente hablar de ello como algo perjudicial en nuestra vida.

15. Dextrofobia: Miedo a los objetos que están a la derecha del cuerpo. La Levofobia es lo mismo con el lado izquierdo.

16. Dutchfobia: Fobia a las personas alemanas y holandesas y todo lo que tenga que ver con esos países.

17. Eisoptrofobia: Miedo a verse reflejado en un espejo o superficie reflectante. También se le llama catoptrofobia.

18. Epistemofobia: Fobia al conocimiento. El que lo sufre evita la lectura de libros, periódicos, revistas...

19. Escatofobia: Obsesión enfermiza por encontrarse con sustancias fecales en cualquier momento.

20. Ecofobia: Miedo al fin del planeta por los problemas medioambientales.

21. Efebifobia: Miedo irracional a las personas jóvenes y los adolescentes, a los que sólo se identificaría con estereotipos negativos.

22. Escriptofobia: Miedo a escribir en público o delante de alguien. Más común de lo que parece.

23. Espermatofobia: Pavor a tener contacto o ver el semen.

24. Estasifobia: Necesidad de estar sentado e incapacidad, pero no por nada físico, de estar de pie mucho tiempo.

25. Fagofobia: Miedo a atragantarse al comer algo y asfixiarse.

26. Falofobia: Fobia irracional a estar en contacto con un pene.

27. Fronemofobia: Miedo a sentarse a pensar sin distracciones alrededor.

28. Genufobia: Es el rechazo a tocar, ver o hablar de las rodillas propias o de otras personas.

29. Macrofobia: Miedo enfermizo a las esperas, a hacer una cola, a esperar nuestro turno...

30. Octofobia: Fobia irracional al número 8. También ocurre con otros números, como la tetrafobia que es con el cuatro.

31. Onirogmofobia: Miedo a los sueños húmedos. Vamos, a eyacular durante el sueño.

32. Optofobia: Angustia y miedo irracional a abrir los ojos cuando los tenemos cerrados y ver lo que hay a nuestro alrededor.

33. Ostraconofobia: Fobia al marisco.

34. Parascevedecatriafobia: Miedo a que sea Viernes 13.

35. Rabdofobia: Miedo a los palos de madera y a ser castigado con uno de ellos. Pero también puede suponer el miedo a una varita mágica, de madera, y a la magia que se puede hacer con ella.

36. Rectofobia: Fobia a los traseros, al recto y a las enfermedades rectales.

37. Socerafobia: Persistente y exagerado miedo o rechazo enfermizo hacia los suegros.

38. Tripofobia: Repulsión causada por círculos o figuras geométricas de la misma forma y muy juntas, especialmente si son pequeñas. Pueden ser panales, hormigueros, ciertos hongos...

39. Xirofobia: Fobia a las navajas de barbero y al posible daño que se puede sufrir con ellas.

40. Zeusofobia: Temor compulsivo, desproporcionado e irracional a la posible existencia de dioses o seres todopoderosos y lo que puedan querer hacernos.


Diario: elpais.com
Fecha: 28/05/2016

Autor: tentaciones


Las fobias meteorológicas



A menudo hablamos de la belleza del rayo, de lo imponente y relajante que puede ser una puesta de Sol o del maravilloso espectáculo de una aurora boreal. Pero no todos reaccionamos igual ante tales fenómenos naturales. De hecho, hay mucha gente que se obsesiona con el pronóstico meteorológico porque le aterra la posibilidad de poderse encontrar con una tormenta y elige permanecer cerrada en su casa cuando empiezan a amontonarse las nubes porque le da pavor poderse encontrar con ellas. Si usted es de estas personas, sufre de ceraunofobia, es decir, miedo anormal a los rayos y truenos. Seguramente también sudará, respirará con dificultad e incluso el corazón se le acelerará. Los niños son los que más sufren esta patología.

Pero no es esta la única fobia relacionada con meteoros atmósfericos. La lista es interminable. Por ejemplo, al principio hemos hablado de las auroras boreales. Su belleza espectacular es un grave problema para quien sufre de aurorafobia. Cierto es que las condiciones meteorológicas influyen en nuestro estado de ánimo, en nuestro humor e incluso en nuestro carácter, pero hay personas que acusan mucho más que otras estos cambios de tiempo porque, probablemente, en algún momento de su vida les pudo haber influido algún meteoro de los que citamos a continuación: Anemofobia (al viento), heliofobia (al Sol), homiclofobia (a la niebla), nefofobia (a las nubes), ombrofobia (a la lluvia), quionofobia (a la nieve), etcétera. Incluso hay gente que no puede soportar mirar al cielo, es superior a ellos. Esta fobia tiene también su propio nombre, uranofobia.

Las fobias van asociadas normalmente a episodios de alteración o taquicardias; todo comienza con sudoración o palpitaciones, aunque a medida que la persona se expone al fenómeno los síntomas se incrementan y pueden ser peligrosos. También los fenómenos meteorológicos son los responsables de ciertas patologías físicas, como los dolores articulares, musculares, migrañas o cambios en la presión arterial. Las fobias meteorológicas podrían ser hereditarias, pero también pueden estar motivadas por algún tipo de trauma. Algunas de ellas, además, suelen ocurrir en edades tempranas, alrededor de los cinco años, como el miedo a la luna llena, los relámpagos, la lluvia o las tormentas, por su relación con la oscuridad o las películas de terror. En países más expuestos a los huracanes o los tornados un porcentaje elevado de personas desarrollan la llamada lilapsofobia.

Para tratar todas estas patologías existe la llamada terapia cognitiva; consistente en que el paciente recibe toda la información posible acerca del fenómeno concreto "hasta que lo identifica como algo inofensivo y entiende su fobia como algo irracional".

Y dentro de este mismo tratamiento, la llamada terapia de exposición gradual trata de acercar al paciente de forma progresiva al fenómeno para que pueda controlar poco a poco sus miedos y temores.

Diario: elpais.com
Fecha: 09/08/2014
Autor: Jovi Esteve

Fobia: meteorológicas 


Ataques de pánico y miedo a tener miedo



En los últimos años se han multiplicado, en las conversaciones cotidianas y también en los medios de comunicación, las referencias al ataque de pánico. ¿De qué se trata? Antes que nada conviene aclarar que, científicamente, no todo es ataque de pánico y tampoco nada lo es; y que, por sus manifestaciones físicas y psicológicas, el ataque de pánico es sinónimo de miedo extremo.

Este consiste en la aparición abrupta de cuatro o más síntomas físicos intensos acompañados de mucho temor (por ejemplo, palpitaciones o taquicardia, dolor u opresión en el pecho, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo, inestabilidad, mareos o sensación de desmayo, etc.). Cuando se presenta en forma inesperada y repetidas veces, muchos desarrollan el miedo a tener miedo.

En ese preciso momento se configura el trastorno de pánico.

Por la intensidad de sus manifestaciones físicas, las personas que sufren por primera vez esta condición suelen acudir primero a las guardias clínicas, los cardiólogos o a los consultorios médicos. En una encuesta online realizada por la Clínica de Ansiedad y Estrés de INECO, los participantes que informaron haber sido diagnosticados con un trastorno de pánico consultaron en promedio a 3,4 médicos antes de recibir el diagnóstico correcto.

Para diagnosticar este trastorno es necesario que las crisis se repitan y que aparezcan “de la nada”. Frecuentemente luego de varias crisis el paciente comienza a desarrollar lo que se llama “agorafobia”, que es el miedo a no poder escaparse o salir de un lugar si le ocurriera una crisis de pánico.

Las situaciones que se temen con mayor frecuencia son: hacer ejercicio físico, alejarse de la casa solos, los medios de transporte (especialmente aquellos de los cuales es más difícil salir, como los aviones o el subte), las muchedumbres, los recitales o el cine, hacer colas largas y los lugares pequeños. El trastorno de pánico generalmente comienza en la temprana adultez aunque puede haber casos de inicio en la adolescencia en pacientes más vulnerables a la ansiedad.

En casos extremos el miedo está acompañado de fenómenos de extrañeza con el propio cuerpo o despersonalización.

Como las crisis de pánico tienden a repetirse, esto genera un estado de alerta ante la aparición de futuras manifestaciones. Este estado de hipervigilancia se conoce con el nombre de “ansiedad anticipatoria”.

Librado a su evolución, el trastorno tiene una tendencia a la cronicidad con períodos de crisis más o menos severas que socavan el bienestar y la autoestima, limitan sus movimientos y, a veces, confinan a los pacientes a sus casas.

Las investigaciones neurocientíficas demuestran que existe un importante factor hereditario que suele combinarse con una sumatoria de diversas situaciones estresantes a lo largo de la vida que terminan detonando su aparición. Hay personas que sólo experimentan una crisis de pánico aislada sin mayores consecuencias. Las guías y consensos de expertos internacionales para el tratamiento del trastorno de pánico indican que tanto la farmacoterapia como la psicoterapia cognitiva conductual son las dos herramientas básicas más eficaces.

Las recomendaciones actuales también incluyen la psicoeducación, o sea la información y educación del paciente acerca de la naturaleza del trastorno y la evolución de esta enfermedad.
Entender, sobre todo aquellas cosas complejas que se dicen acá o allá y remiten a ciertas personas que sufren, nos hace más sabios en el conocimiento preciso de la enfermedad, pero sobre todo nos hace más comprensivos con quienes padecen el pánico extremo, el miedo a tener miedo, el desasosiego.

Diario: clarin.com
Fecha: 14/07/2013

Autor: facundo Manes



LA FRUSTRACIÓN DE LOS IMPACIENTES



La impaciencia es una conducta aprendida, aunque hay ciertos factores que favorecen que ésta se desarrolle


No puedes esperar los resultados de tu examen, no dejas de mirar el teléfono cuando esperas una llamada. Si estos episodios se te hacen conocidos, entonces eres una persona impaciente. Y aunque no lo creas, esta conducta puede activar estados de impulsividad e intolerancia a la frustración.

Los psicólogos y psicoterapeutas explican que las personas impacientes no tienen fobia al paso del tiempo, sino ‘fobia’ a la espera, tienen una necesidad de inmediatez. Es por ello que viven expectantes y con mucha angustia, porque el contexto, por lo general, no se ajusta a sus demandas. Se puede sufrir enormemente siendo impaciente, ya que el entorno no suele entenderlo. Además, la impaciencia tiene repercusión en las relaciones personales y laborales y, en ocasiones, en el bienestar físico, debido a que quien lo experimenta puede desarrollar trastornos psicosomáticos por los fuertes estados de ansiedad y estrés.

Resumen

La impaciencia, puede activar tu impulsividad, hasta volverte agresivo, por muy raro que parezca. A estas personas se les denominan macrofobicas, suelen ser muy ansiosas y vivir en total angustia.



Macrofobia

Temor a las largas esperas. 

      
  Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a esperar durante un tiempo prolongado.
    
  Esta fobia aún no ha sido estudiada en profundidad. Sin embargo, se piensa que las personas que padecen de este trastorno tienen tendencia a ser ansiosas e inseguras. Es probable que en algún momento de sus vidas hayan padecido algún evento donde se hayan sentido completamente devastados por la impotencia, un evento que haya rebasado su capacidad de control y se hayan sentido observadores pasivos del mismo.


Síntomas

Los efectos de la macrofobia están liderados por la ansiedad, la cual predomina durante la espera, de hecho, existen pacientes que han sido atendidos por colegas que aseguran que no importa siquiera si la espera es larga o corta, simple hecho de tener que dedicar tiempo de paciencia mientras aguardan su turno, genera síntomas de violencia, odio y desesperación de las personas. Conocí un chico al que no trate en consulta pues a pesar de que lo invite a que conversáramos en una reunión en mi oficina no accedió por la fecha lejana que le di, pero básicamente perdió el control en un restaurante porque no se le atendió a tiempo. Seguridad le pidió que abandonase el lugar y a pesar de su inexplicable violencia, accedió.

Tratamiento

En la actualidad, es una de las muchas de fobias que tiene un estudio mínimo, por lo que no hay un tratamiento realmente acertado para los macrofóbicos, sin embargo, el uso de calmantes para los nervios, medicinas naturales en forma de infusiones y te, ayudan a los pacientes a relajarse un poco.


No dejes de compartir en las redes sociales esta información, todos tenemos un amigo con poca paciencia que seguramente ha perdido el control en más de una oportunidad, seguramente no sabe que sufre de una fobia y necesita ayuda.

Diario: Elmundo
Fecha: 28/04/2016

Fobia: Macrofobia